Cuando nos conectamos a internet, es todo tan fácil y rápido que no sabemos lo que hay detrás. Cuando subimos, bajamos y compartimos archivos en “la nube”, ¿dónde van? ¿cómo afecta al planeta en que vivimos?
Como explica este sencillo vídeo, en realidad “la nube” está compuesta por cajas, miles de cajas, o mejor dicho, discos duros, miles de discos duros, donde se guardan los archivos digitales, esas fotos, videos, gifs, memes, apps, mensajes, etc., que compartimos. Esos discos duros están en edificios que conforman centros de datos. Y cada vez hay más, puesto que cada vez hay más tráfico en internet. Al fin y al cabo, eso es internet, tráfico de datos. En 2015 generamos 4.423 trillones de bytes de contenido digital, que si fueran música equivaldrían a 526 billones de canciones, que si se reprodujeran una tras otra sonarían durante más de cuatro mil millones de años (casi la edad de la Tierra).
Pero no todos los servicios demandan lo mismo. Son los vídeos los que más datos demandan: el 63% de todos los datos de internet en 2015. Y como cada vez se hacen y se mueven más, para 2020 serán el 80%. Es lógico, pues un vídeo es una sucesión de miles de fotos.
Para mantener todos esos centros de datos, se necesita mucha, mucha energía, en forma de electricidad. ¿Cuánta? Si internet fuera un país, sería el sexto del mundo en consumo energético.
Lo que determina el impacto ambiental de internet es, fundamentalmente, dónde se ubican los centros de datos y qué electricidad consumen. Si se ubican en un país o estado donde la electricidad se genera sobre todo quemando carbón, el impacto ambiental en forma de CO2 es descomunal. Pero si para funcionar contratan un suministro de energía renovable, todo ese CO2 se puede evitar.
Cómo lo hagan es importante, porque si lo que hacen es pagar para que sean otros los que “compensan” su huella de CO2 mientras ellos siguen consumiendo lo mismo, o si pagan por un certificado “verde” de que en “algún sitio” se ha producido la misma cantidad de electricidad con renovables (que se iba a producir igualmente), el centro de datos en cuestión seguirá consumiendo de la misma central térmica de carbón.
Si lo que hacen es contratar directamente un suministro de energía renovable, no solo se puede asegurar que el centro de datos es “verde”, sino que está induciendo el crecimiento del mercado de las energías renovables. Al demandar tanta cantidad de energía, los proveedores de internet pueden ser hoy por hoy unos de los principales promotores de energía renovable.
¿Cómo lo hace cada uno de los gigantes de internet? Un análisis de Greenpeace los ha clasificado según tres criterios: su compromiso de suministrarse al 100% con energías renovables, la transparencia sobre su suministro de electricidad, y lo que hacen para promover las energías renovables, desde inversión propia a presión política o difusión pública. El resultado: las mejor clasificadas son Apple, Facebook, Google, Switch, YouTube, iTunes, iMessage, WhatsApp, Instagram y Blogger.
La lista de las peor clasificadas es, desgraciadamente, demasiado larga. Pero entre ellas destaca un nombre muy conocido: Netflix. Esta compañía, que en poco tiempo está cambiando los hábitos televisivos de cada vez más gente, llega a ocupar un tercio del tráfico de internet en horas punta en Norteamérica. La electricidad de sus centros de datos proviene en un 30% del carbón, 26% nuclear, 24% gas y solo un 17% de renovables.
Al fin y al cabo, internet no son solo datos. Somos también las personas que hacemos click. Y algunos clicks pueden transformar la nube de negra en verde.
Fuente: http://blogs.20minutos.es/la-energia-como-derecho/2017/01/13/que-apps-producen-mas-contaminacion/