22 de noviembre de 2024

Visualización del notable progreso en Estados Unidos de la energía solar.

La última década ha sentado las bases para que la energía solar sea una fuente de energía importante en el futuro. ¿Qué nos deparará la próxima década?.

La energía solar está ahora en el centro de los planes de Estados Unidos para una economía descarbonizada, representando el 70% de la capacidad de energía a escala de servicios públicos prevista hasta 2025.

El ascenso de la energía solar a la cima como recurso energético clave parece ahora inevitable, pero su destino no siempre estuvo sellado. La tecnología aportaba una cantidad insignificante de energía hace menos de diez años, y la Administración de Información Energética (EIA) no empezó a informar sobre la generación neta anual de energía fotovoltaica hasta 2014. En ese año, la energía solar aportó 27 TWh de electricidad a la red estadounidense. Siete años después, generó 164 TWh en 2021, multiplicando la generación seis veces.

La capacidad instalada de energía solar ha subido a 77 GW este año, informa la EIA, y tiene 72 GW de proyectos de alta probabilidad en cola en las últimas etapas de desarrollo, listos para entrar en línea hasta 2025. Esto duplicará efectivamente la capacidad total instalada en tres años.

Este progreso ha sido posible gracias a la política industrial de apoyo, las economías de escala, la mejora de la eficiencia tecnológica y las innovaciones empresariales. El coste nivelado de la electricidad (LCOE) ha disminuido a lo largo de los años, y los beneficios de la energía solar y el almacenamiento de energía se hacen más evidentes a medida que las amenazas del cambio climático aumentan con el paso de los años.

La industria solar estadounidense ya cuenta con más de 250.000 trabajadores, hasta el momento. En 2015, la proporción de la energía solar en las ventas de electricidad era minúscula en muchos estados, con California y Hawái a la cabeza, con una contribución de alrededor del 7%.

Solo seis años después, en 2021, la energía solar se ha hecho un hueco en cada uno de los estados de Estados Unidos, y en mercados como California, Nevada y Hawái ha alcanzado cerca del 20% de todas las ventas de energía.

La electricidad generada por la energía solar era cara en 2010. En el Oeste, el LCOE era de 173 dólares por MWh, y llegaba a casi 400 dólares por MWh en el Este.

A partir de 2021, el LCOE ha descendido vertiginosamente, ya que los costes en la PJM son casi una décima parte de los de 2010, y los proyectos del Oeste tienen un coste medio inferior a 30 dólares por MWh.

Los paneles solares de silicio cristalino son la tecnología fotovoltaica más utilizada, aunque se han producido avances prometedores en TOPCon, HJT, perovskitas, células en tándem y otras tecnologías emergentes. En la década de 1970, las células solares alcanzaban una eficiencia de alrededor del 15%. Ahora, muchas células solares comerciales oscilan entre el 21% y el 27%, y las tecnologías emergentes de laboratorio han demostrado eficiencias de hasta el 47,1%, alcanzando cotas que los investigadores consideraban imposibles.

Mirando al futuro
La Ley de Reducción de la Inflación de 2022 contiene 370.000 millones de dólares de gasto para energías renovables y medidas climáticas y exige una reducción del 40% de las emisiones de carbono para 2030. La Universidad de Princeton publicó un conjunto de herramientas de evaluación y análisis rápido de la política energética (REPEAT) en colaboración con el Dartmouth College, Evolved Energy Research y Carbon Impact Consulting, en el que se esboza el impacto potencial de la ley.

El impacto en la industria solar estadounidense podría ser, como mínimo, enorme. El informe de Princeton señala que el despliegue de la energía solar podría acelerarse desde las tasas de 2020 de 10 GW de capacidad añadida al año hasta casi cinco veces más en 2024, añadiendo 49 GW de energía solar a escala de servicios públicos cada año. El despliegue solar podría superar ampliamente los 100 GW anuales en 2030, según Princeton.

La inversión en energía solar podría alcanzar los 321.000 millones de dólares en 2030, casi el doble de la cifra de 177.000 millones prevista con la política actual. Según el informe, la ley supondría una inversión de capital acumulada de casi 3,5 billones de dólares en el nuevo suministro energético estadounidense durante la próxima década.