Ni en las granjas solares, ni en el offshore, ni en las centrales nucleares, ni en las explotaciones mineras de carbón. La respuesta a la crisis energética podría estar en un lugar insospechado: bajo nuestros pies, a kilómetros de profundidad. Así lo consideran al menos los responsables de Quaise, una compañía que quiere llevar la explotación geotérmica a un nivel ambicioso, con la vista puesta en cotas de decenas de kilómetros de profundidad para lograr un aporte de electricidad ilimitado.
No solo eso. Sus impulsores la reivindican como la única solución renovable que nos permitirá alcanzar los objetivos de reducción de emisiones marcados para mediados de este siglo. ¿Cómo? Aprovechando la energía geotérmica superprofunda gracias a los girotrones, con tubos de vacío que permiten sacar partido de las temperaturas elevadas que se alcanzan bajo nuestros pies.
La clave de Quaise es su plataforma de perforación, impulsada por un giroscopio diseñado para abrirse camino a través de la roca en perforaciones «ultra profundas». «Primero usamos la perforación rotatoria convencional para llegar a la roca del subsuelo. Luego cambiamos a las ondas milimétricas de alta potencia para alcanzar profundidades sin precedentes», explican desde Quaise, que destaca el «nuevo enfoque radical» de su propuesta. Con ella aspira a «desbloquear la fuente de energía limpia más abundante y poderosa de la Tierra», alcanzando cotas de 20 kilómetros.
«Ilimitada, renovable e inagotable»
Sus defensores insisten en su potencial, como «la fuente de energía sin explotar más grande del planeta», que no requiere crear infraestructuras de cero y está disponible en todo el globo. Subrayan además otras tres características cruciales: es «ilimitada», «renovable» e «inagotable». «Es una fuente de energía limpia verdaderamente equitativa y está disponible de manera abundante cerca de cada población y centro industrial», incide la compañía. Durante su explotación puede aprovecharse el personal que ahora se destina a la extracción de petróleo y gas y plantas que ya existen.
«A estas elevadas temperaturas producimos un vapor muy cercano, sino superior, a la temperatura a la que funcionan las centrales eléctricas actuales de carbón y gas. Así que podemos ir a las centrales existentes y decirles: ‘podemos sustituir entre el 95 y 100% de su empleo de carbón desarrollando un campo geotérmico», detalla Matthew Houde, cofundador de la empresa, quien reivindica la capacidad de este tipo de sistemas para hacer funcionar las turbinas prescindiendo del carbón.
Sobre la mesa Quaise tiene un calendario perfectamente definido. A corto plazo, en 2024, quiere activar la primera plataforma de perforación híbrida a gran escala, con ondas milimétricas; en 2026 espera recolectar energía en un pozo piloto y apenas dos años después tener la primera planta de combustibles fósiles impulsada con geotermia. En el proceso, explica Paul Woskov, un ingeniero del MIT y asesor de Quaise, ayudará que una de las piezas clave, un dispositivo emisor de microondas llamado girotrón, se ha utilizado en la investigación y fabricación a lo largo de décadas.
«Sucederá con rapidez una vez resolvamos los problemas inmediatos de ingeniería para transmitir un haz limpio y hacer que funcione con una alta densidad de energía sin averías», señala Woskov a MIT News: «Irá rápido porque la tecnología subyacente, los girotrones, está disponible a nivel comercial. Por supuesto, estas fuentes de haz nunca se han usado 24 horas los siete días de la semana, pero están diseñadas para estar operativas durante largos períodos de tiempo. En cinco o seis años creo que tendremos una planta en funcionamiento si solucionamos estos problemas de ingeniería».
La geotérmica no es ninguna novedad y de hecho a lo largo de los años y a medida que otras fuentes renovables han ido ganando peso, su desarrollo se ha estancado lastrado por sus puntos débiles. Como recuerda el MIT, las plantas geotérmicas deben localizarse en lugares que reúnan unas condiciones muy particulares, que permitan la extracción de energía a profundidades no muy profundas, de hasta 400 pies —alrededor de 122 metros— bajo la superficie de la Tierra.
Dado que la corteza más profunda es más caliente y dura, lo que desgasta las brocas mecánicas, la perforación convencional acaba resultando poco práctica. La novedad de la propuesta lanzada por Woskov y Quaise consiste precisamente en el uso de girotrones para vaporizar las rocas.
Hace poco Carlos Araque, CEO y cofundador de Quaise, destacaba durante una entrevista con El Confidencial las ventajas de su propuesta frente a la fusión como una gran fuente de generación de energía. «La geotermia puede proporcionar la escala de energía adecuada para nuestra civilización y cuenta con una mano de obra, una cadena de suministro y un marco normativo establecidos para hacerlo más rápidamente que la fusión», recalca: «La geotermia funciona; la fusión aún no».
Durante una charla TEDX en Boston, Houde explicó que la energía del calor almacenado bajo la tierra excede con creces la demanda anual de todo el planeta. «Aprovechar una fracción es más que suficiente para satisfacer nuestras necesidades energéticas. Si podemos llegar a diez millas —unos 16 kilómetros—, hacia ab abajo, podemos comenzar a encontrar temperaturasa económicas en todas partes», explica. El agujero más profundo, el del pozo de Kola, en Rusia, alcanza las 7,6 millas.
La compañía insiste en que si pudiéramos alcanzar profundidades elevadas en cualquier parte del planeta se accedería a una fuente de energía ilimitada y continua con un coste reducido, facilitando la independencia de los combustibles fósiles o las intermitencias de otras renovables.