Estas células solares duraderas y flexibles, mucho más finas que un cabello humano, están pegadas a un tejido resistente y ligero, lo que facilita su instalación en una superficie fija. Pueden proporcionar energía sobre la marcha como un tejido de energía portátil o ser transportados y desplegados rápidamente en lugares remotos para la asistencia en situaciones de emergencia. Pesan una centésima parte que los paneles solares convencionales, generan 18 veces más energía por kilogramo y se fabrican con tintas semiconductoras mediante procesos de impresión que pueden ampliarse en el futuro a la fabricación de grandes superficies.
Al ser tan finas y ligeras, estas células solares pueden laminarse sobre superficies muy diversas. Por ejemplo, podrían integrarse en las velas de un barco para suministrar energía en alta mar, adherirse a tiendas de campaña y lonas que se despliegan en operaciones de recuperación de catástrofes, o aplicarse a las alas de drones para ampliar su autonomía de vuelo. Esta tecnología solar ligera puede integrarse fácilmente en entornos construidos con mínimas necesidades de instalación.
«Los parámetros utilizados para evaluar una nueva tecnología de células solares suelen limitarse a su eficiencia de conversión de energía y su coste en dólares por vatio. Igual de importante es la integrabilidad, es decir, la facilidad de adaptación de la nueva tecnología. Los tejidos solares ligeros permiten la integrabilidad, lo que da impulso al trabajo actual. Nos esforzamos por acelerar la adopción de la energía solar, dada la urgente necesidad actual de desplegar nuevas fuentes de energía sin carbono», afirma en un comunicado Vladimir Bulovic, jefe del Laboratorio de Electrónica Orgánica y Nanoestructurada (ONE Lab), director de MIT.nano y autor principal de un nuevo artículo en el que se describe el trabajo, publicadoen Small Methods.