22 de diciembre de 2024

Argentina desarrolla su primer reactor nuclear de potencia diseñado y construido en el país.

Su nombre es Carem 25 y se trata de un prototipo que se desarrolla en un predio de la ciudad de Lima, provincia de Buenos Aires. Es un tipo de reactor Small Modular Reactor (SMR) – pequeño y modular- que tendrá una capacidad de generación de 32 MW eléctricos. Más de mil empresas argentinas participan de este megaproyecto liderado por la Comisión Nacional de Energía Atómica.

Con el objetivo de abastecer de energía eléctrica a zonas alejadas de los centros urbanos o de polos fabriles y cumplir un rol clave en la transición hacia una matriz energética “limpia y sustentable”, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y más de mil empresas argentinas trabajan en la puesta en funcionamiento del primer reactor nuclear diseñado y construido en el país.

Su nombre es Carem 25 y se trata de un prototipo que se desarrolla en un predio de la ciudad de Lima, provincia de Buenos Aires, lindero a las centrales nucleares Atucha I y Atucha II, que fue acondicionado no solo para convertirse en el sitio de emplazamiento del reactor, sino también en un polo tecnológico nuclear.

“El Carem es un tipo de reactor Small Modular Reactor (SMR) – pequeño y modular- que tendrá una capacidad de generación de 32 MW eléctricos, lo que equivale a alimentar a una ciudad como Bariloche”, destacó en diálogo con Télam-Confiar Sol Pedré, gerenta del proyecto Carem.

La especialista es doctora en Ciencias de la Computación (UBA) y vive en Bariloche desde 2013, donde está buena parte de la ingeniería del reactor. Si bien ya venía trabajando en el proyecto, desde hace poco más de un año se desempeña como gerenta a cargo.

Este tipo de reactores SMR “están despertando mucha atención en el mundo”, destacó Pedré, porque se pasa a una “fabricación modular que permite hacer más repetitivos los procesos de fabricación y así bajar los costos de instalación”.

Además, recalcó, son de “una generación superior en cuanto a su seguridad a través de sistemas pasivos”, lo que implica que están pensados para “actuar sin intervención de un humano”.

Pero estos reactores también despiertan la atención en el mundo porque “además de producir energía eléctrica tienen la potencialidad de insertarse en otros campos necesarios para la descarbonización (proceso de reducción de emisiones de carbono a la atmósfera)”, añadió la especialista.

En este sentido, enfatizó que “hay que combinar los objetivos de descarbonización con el desarrollo local de capacidades tecnológicas y de capacidades industriales, lo que la energía nuclear hizo muy bien y nos permite hoy estar hoy en este punto”.

“El Carem es un proyecto estratégico que cumplirá un rol fundamental en la transición hacia una matriz energética limpia y sustentable”, remarcó Adriana Serquis, presidenta de la CNEA.

La proyección del Carem

Además de ser el primer reactor nuclear de potencia íntegramente diseñado y construido en la Argentina, tiene una gran proyección para el abastecimiento eléctrico de zonas alejadas de los grandes centros urbanos o de polos fabriles e industriales con alto consumo de energía (incluyendo la capacidad de alimentar plantas de desalinización de agua de mar).

“La industria nuclear es una industria extremadamente regulada con una clara línea de seguridad nuclear y en la Argentina tenemos mucha experiencia: Atucha 1 está operando desde hace 48 años, el primer reactor nuclear de investigación se puso en línea en 1958”, destacó Pedré.

La especialista remarcó que la Argentina tiene un desarrollo nuclear “muy fuerte con 72 años de historia”, a lo largo de los cuales se han “logrado varios hitos”.

En esta línea mencionó no solo las centrales nucleares de potencia con mayor integración nacional de componentes, sino también “los reactores multipropósitos para producir radioisótopos”, pieza clave para la medicina, “instalados tanto dentro del país como exportados a diferentes países: Perú, Argelia, Egipto, Australia y -ahora- Holanda”.

“Entonces todo eso nos da un respaldo para dar ahora un salto cualitativo para el sector nuclear que es tener nuestro propio reactor de producción de energía eléctrica”, enfatizó.

En el marco de mostrar la soberanía energética y tecnológica del país, la idea también es vender el Carem a otros lugares del mundo.

El edificio que contendrá al Carem comprende una superficie de 18.500 m2, de los cuales alrededor de 14.000 m2 corresponden al llamado ‘módulo nuclear’, el sector que incluye la contención del reactor, la sala de control y todos los sistemas de seguridad y de operación de la central.

Pedré sostuvo que “el objetivo del proyecto es tener un 70% de integración nacional” y que ya se ha trabajado con “mil empresas argentinas que han provisto servicios o componentes”, sumado a que tienen más de 130 contratos vigentes.

Participación nacional

Las empresas que están participando de este megaproyecto lo hacen a través de la provisión de ingeniería, insumos, componentes y servicios.

Aportan, además, su enfoque instituciones como Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA), a cargo de la ejecución de la obra civil del edificio del reactor; el Invap, con el desarrollo del sistema de protección del reactor; y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), que recibió la adjudicación para operar el Laboratorio de Obra Civil y aportar su experiencia técnica en la construcción del complejo del reactor.

En particular, el INTI trabaja en los laboratorios del instituto y uno que está dentro del predio de la obra del reactor.

Alejandra Benítez es directora del laboratorio de Tecnología del Hormigón del INTI y participa desde allí del proyecto: “En Tecnología del hormigón se investiga todo lo que tiene que ver con el material en sí mismo, cómo se va a desempeñar en la estructura, la resistencia, la durabilidad, dado que a veces tiene que soportar las acciones del medio ambiente durante muchos años”, detalló en diálogo con Télam-Confiar.

“Si bien es algo muy específico, la tecnología del hormigón también es transversal a todas las obras de gran envergadura porque es el material más usado en la construcción en todo el mundo”.

Desde ese ángulo, participa del proyecto Carem junto a su equipo al brindar asesoramiento en la toma de decisiones sobre los materiales: “el agua, la arena, el acero, la piedra, los aditivos, los cementos, el hormigón ya hecho de la estructura que va a albergar al reactor durante la ejecución”.

Cuando era estudiante de ingeniería civil en la Universidad Nacional del Sur de Bahía Blanca, Alejandra visitó grandes obras de infraestructura en Buenos Aires y eso la motivó: “Me imaginaba que iba a estar en un proyecto importante pero no sabía cuál”.

“Hemos participado en grandes obras como Yacyretá, Piedra del Águila, que son las represas más importantes de nuestro país, desde el ángulo del hormigón y los estudios se han hecho en nuestros laboratorios”, sostuvo la especialista.

“Para el adecuado avance de la obra, resulta fundamental el aporte que está brindando el INTI en tecnología del hormigón, calibración de equipos y realización de ensayos de materiales como, hormigones y sus componentes”, señaló Luciano Pavon Mena, jefe de inspección del Proyecto CAREM 25 por NA-SA.